Se cumplen 20 años del lanzamiento de las fracasadas 32X y Sega Saturn en el noviembre negro de la compañía japonesa de videojuegos
La compañía de videojuegos Sega consiguió a finales de los años ochenta lo imposible: plantar cara a la entonces todopoderosa Nintendo. La guerra de las consolas en los noventa comenzó igualada, pero Super Nintendo empezó a distanciarse en número de ventas de su competidora Mega Drive.
Empezaron los nervios en Sega, las decisiones precipitadas y los
errores definitivos. En noviembre de hace 20 años la compañía japonesa
lanzó dos consolas que la acabaron enterrando: 32X y Sega Saturn.
La consola de 16 bits de Sega, Mega Drive, fue el verdadero
gran éxito de la compañía japonesa tras la decente competición de su
apuesta de 8 bits Master System (13,5 millones vendidas) contra la apabullante presencia de la Nintendo NES (62
millones). La batalla en la cuarta generación fue más igualada. Sega se
adelantó con el lanzamiento de Mega Drive, en 1988, dos años antes que
su competidora. Los 40 millones de máquinas vendidas, sobre todo en
Europa y Estados Unidos, fueron finalmente superados por los 49 millones
de Super Nintendo. El tirón inicial no fue suficiente, aunque se
mantuvo el buen ritmo cada año.
Durante la contienda, Sega trató de alargar la vida de su
exitosa Mega Drive mediante complementos para mejorar sus prestaciones,
ya que Super Nintendo era superior técnicamente. Tenía pavor a perder el
enorme mercado logrado en Estados Unidos. El primer intento fue Mega CD (1991),
un aparato para encajar la consola, que permitía mejoras gráficas, de
audio y de vídeo. Las ventas no fueron exitosas, rozó los tres millones
de unidades, pero es recordada positivamente por suponer una apuesta por
el CD, el formato que se implantó posteriormente; aunque lo usara de
una manera rudimentaria, especialmente para reproducir frangmentos de películas integrados en el juego con escasa interacción.
El segundo intento fue otro complemento para Mega Drive: 32X.
El aparato, incrustado en la cartuchera, era capaz de ensamblarse
también con Mega CD para formar un engendro de consola de tres piezas.
La «add-on» pretendía convertir a Mega Drive en una máquina de 32 bits,
pero ningún juego logró reflejar el avance técnico. Sega, además, puso a
la venta su verdadera consola de 32 bits de una sola pieza, Sega
Saturn, aquel mismo noviembre de 1994. No llegaron a un millón el número
de 32X vendidas. Nacieron sentenciadas.
Sega Saturn
Sega Saturn, sin embargo, fue también un gran fiasco para
la compañía. Concebida para superar ampliamente a sus rivales de
entonces en el mercado, no llegó en forma para competir con la consola
que la borraría por completo, la Sony PlayStation,
lanzada tan solo un mes después, en diciembre de 1994. Saturn está
considerada todavía como la mejor consola para mover gráficos en dos
dimensiones, pero el paradigma ya se estaba desplazando por completo
hacia el 3D, como demostró Sony.
Un año antes de salir al mercado, Sega rectificó el diseño
inicial de Saturn para poder manejar mejor los polígonos, avisada de la
apuesta de Sony. El remedio fue incorporar un doble chip en lugar de uno
más potente, un sistema muy común hoy en dispositivos portátiles, pero
que entonces suponía una complicación para los programadores, y, por
tanto, un menor número de juegos en su catálogo. La guerra de la quinta
generación de consolas tuvo un aplastante ganador: Sony vendió 103
millones de PlayStation frente a las 9,5 de Saturn.
Una vez Sega vio la batalla perdida, comenzó a trabajar con
los errores aprendidos en una consola de nueva generación. El resultado
fue la sorprendente Dreamcast (1998),
una máquina recordada por ser una adelantada a su tiempo: integró de
serie la conexión a internet, sentando las bases del juego online en las
consolas, hoy fundamental. La calidad de sus juegos, muchos innovadores
y con obras magnas como «Shenmue», hizo de Dreamcast una apuesta
ganadora… hasta el lanzamiento de PlayStation 2 (2000), con su capacidad de reproducir DVD.
PS2 sigue siendo la consola más vendida de la historia, con
155 millones de unidades. Dreamcast se quedó en 10,5 millones en los
escasos tres años hasta que la compañía anunció el final del producto,
antes incluso de acabar su ciclo de vida tecnológica. Otra palada más
para su fama de compañía variable, en parte debido a su casi bicefalia
entre la sede central japonesa y la entonces potente sucursal de Estados
Unidos.
Sega, abrumada por las pérdidas, decidió dejar de crear
consolas, incapaz de levantar cabeza, arrastrada por un enorme
descrédito desde 32X y Sega Saturn. Todo desde aquel fatídico noviembre
negro de 1994.
Ahora, la compañía se dedica simplemente a producir
juegos. Y su mascota, Sonic, se pasea por consolas Nintendo como un
recuerdo de un botín de guerra de la compañía de Mario, vencedor en parte gracias a los errores del rival.
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