Conforme nos acercamos a la campaña de Navidad, los comercios que
disponen de tiendas online se preparan para un esperado aumento en la
actividad. A diferencia de un pasado no demasiado lejano, en el que la
desconfianza hacía que pocas personas se atreviesen a adquirir productos
y servicios a través de un sistema telemático, cada vez son más las que
no solo se atreven sino que prefieren este método, ya que les acerca a
un más amplio abanico de productos y, potencialmente, a mejores precios
que los que podría obtener en el comercio local.
Sin embargo, aún existen reticencias sobre la adquisición de
productos en Internet debido a aspectos de seguridad, como el uso de
tarjetas de crédito, etc. Por fortuna, la tecnología, una vez más, acude
en nuestro auxilio desarrollando herramientas de encriptación que
aseguran dicha seguridad. Y para aquellos que aún no lo tienen del todo
claro, se están imponiendo las llamadas tarjetas de prepago, que pueden
ser compradas con un importe determinado (por ejemplo, de 10 a 100
euros). Para proporcionar este tipo de prestaciones,
las tarjetas prepago utilizan un PIN seguro, protegiéndonos de un mal
uso e incluso del robo de los fondos que serían accesibles a través de
las tarjetas tradicionales en transacciones online.
Dado que esta metodología nos evita tener que indicar datos
personales, bancarios o de tarjeta de crédito, garantizando al mismo
tiempo nuestra privacidad, el pago online se está haciendo mucho más cómodo y seguro para los usuarios. No es pues de extrañar que las ventas en Internet estén creciendo de forma continuada.
Existen ya muchas entidades bancarias que permiten el comercio online,
y otras especializadas que ofrecen tarjetas de prepago. Con sus años de
experiencia en el mercado, y el reconocimiento de sus clientes, están
ayudando a crear el clima por el cual Internet podría convertirse en
breve plazo en la principal plataforma de compras de los consumidores.
Y si a ello añadimos las investigaciones realizadas por los expertos para combatir la ciberdelincuencia, concluiremos que estamos ante un camino que ya no tiene vuelta atrás. La red, de nuevo, nos muestra su potencial y su capacidad de revolucionar la sociedad, cambiando hábitos y costumbres, enriqueciendo nuestras opciones y optimizando nuestro tiempo.
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