En lo que podría ser un paso crucial hacia el nacimiento de lo que se
ha dado en llamar la Internet de las Cosas, se ha conseguido fabricar
un potencial eslabón vital en ese concepto. Este eslabón es una radio
del tamaño de una hormiga, que cuesta menos de 1 dólar y que no necesita
pilas eléctricas ni generador alguno que la energice ya que obtiene
toda la energía que necesita de las mismas ondas electromagnéticas que
llevan las señales hasta su antena receptora.
Esta singular radio, obra de ingenieros de la Universidad de Stanford
en California, y la Universidad de California en Berkeley, ambas
instituciones en Estados Unidos, está diseñada bajo la forma de un
minúsculo chip inalámbrico equipado además con hardware que le permite
procesar instrucciones, ejecutarlas y transmitirlas. Por sus
características y por su coste de producción, se perfila como una opción
idónea para encarnar el eslabón hasta ahora inexistente entre la
internet tal como la conocemos y la futura red de conexiones
inalámbricas entre dispositivos de todo tipo que constituye la base del
concepto que se ha dado en definir como "la Internet de las Cosas".
Este concepto de la Internet de las Cosas consiste, a grandes rasgos,
en una facilidad tan grande de acceso vía WiFi a internet que casi
cualquier objeto podría tenerlo, desde una nevera a un bolígrafo, por
ejemplo. El resultado sería extender la conectividad a muchos miles de
millones de dispositivos. Esto sería de especial utilidad para
dispositivos como por ejemplo sensores, sin pilas eléctricas, que
estarían alojados dentro de objetos cotidianos para ayudar a controlar y
monitorizar multitud de cosas que van desde la seguridad estructural de
puentes hasta la salud del corazón.
Gran parte de la infraestructura necesaria para que podamos controlar
sensores y dispositivos de forma remota ya existe: Tenemos internet
para transportar órdenes y datos por todo el mundo, y ordenadores y
smartphones (teléfonos inteligentes) para transmitirlos a internet. Lo
que ha faltado hasta ahora es un controlador inalámbrico lo
suficientemente barato como para poder instalarlo en cualquier
dispositivo y lugar.
Una de las minúsculas radios junto a una moneda. (Foto: Kurt Hickman)
Amin Arbabian comenzó el proyecto de esta llamativa radio en 2011,
mientras trabajaba con el profesor Ali Niknejad, director del Centro de
Investigación Inalámbrica (Wireless Research Center) en la Universidad
de California en Berkeley. El principal colaborador de Arbabian fue su
esposa, Maryam Tabesh, quien entonces era también estudiante en el
laboratorio de Niknejad y que ahora es ingeniera en Google. En 2012,
Arbabian ingresó en la Universidad de Stanford e incorporó una cuarta
persona al equipo, Mustafa Rangwala, quien entonces era un estudiante de
postgrado y ahora está en una empresa que comercializa innovaciones
tecnológicas relacionadas con el sector.
Después de un trabajo de desarrollo que resultó largo y arduo porque
Arbabian quiso diseñar desde cero su sistema, a fin de optimizarlo al
máximo para el abanico de aplicaciones al que va dirigido, sus diseños
alcanzaron la madurez necesaria y la compañía internacional
STMicroelectronics, conocida mundialmente por su labor en el campo de
los semiconductores para todo tipo de aplicaciones electrónicas, ha
fabricado 100 de estas radios-chip. Arbabian ha utilizado estos
prototipos para probar que los dispositivos funcionan; pueden recibir
señales, obtener energía de las señales de radio recibidas, así como
ejecutar órdenes y retransmitir instrucciones.
Ahora Arbabian imagina redes de estos chips de radio desplegadas de
tal modo que haya una radio más o menos a cada metro en una casa (deben
estar cerca uno del otro ya que las señales de alta frecuencia no pueden
viajar lejos).
Arbabian piensa que esta tecnología puede proporcionar la red de
conectividad y control que se convierta en el tan buscado eslabón entre
la internet global y los aparatos domésticos inteligentes, haciendo así
posible la Internet de las Cosas.
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