viernes, 31 de octubre de 2014

Crean una radio del tamaño de una hormiga que además no necesita pilas ni generador alguno

En lo que podría ser un paso crucial hacia el nacimiento de lo que se ha dado en llamar la Internet de las Cosas, se ha conseguido fabricar un potencial eslabón vital en ese concepto. Este eslabón es una radio del tamaño de una hormiga, que cuesta menos de 1 dólar y que no necesita pilas eléctricas ni generador alguno que la energice ya que obtiene toda la energía que necesita de las mismas ondas electromagnéticas que llevan las señales hasta su antena receptora.

Esta singular radio, obra de ingenieros de la Universidad de Stanford en California, y la Universidad de California en Berkeley, ambas instituciones en Estados Unidos, está diseñada bajo la forma de un minúsculo chip inalámbrico equipado además con hardware que le permite procesar instrucciones, ejecutarlas y transmitirlas. Por sus características y por su coste de producción, se perfila como una opción idónea para encarnar el eslabón hasta ahora inexistente entre la internet tal como la conocemos y la futura red de conexiones inalámbricas entre dispositivos de todo tipo que constituye la base del concepto que se ha dado en definir como "la Internet de las Cosas".

Este concepto de la Internet de las Cosas consiste, a grandes rasgos, en una facilidad tan grande de acceso vía WiFi a internet que casi cualquier objeto podría tenerlo, desde una nevera a un bolígrafo, por ejemplo. El resultado sería extender la conectividad a muchos miles de millones de dispositivos. Esto sería de especial utilidad para dispositivos como por ejemplo sensores, sin pilas eléctricas, que estarían alojados dentro de objetos cotidianos para ayudar a controlar y monitorizar multitud de cosas que van desde la seguridad estructural de puentes hasta la salud del corazón.

Gran parte de la infraestructura necesaria para que podamos controlar sensores y dispositivos de forma remota ya existe: Tenemos internet para transportar órdenes y datos por todo el mundo, y ordenadores y smartphones (teléfonos inteligentes) para transmitirlos a internet. Lo que ha faltado hasta ahora es un controlador inalámbrico lo suficientemente barato como para poder instalarlo en cualquier dispositivo y lugar.


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Una de las minúsculas radios junto a una moneda. (Foto: Kurt Hickman)
 
 
 
 
 
 

 Amin Arbabian comenzó el proyecto de esta llamativa radio en 2011, mientras trabajaba con el profesor Ali Niknejad, director del Centro de Investigación Inalámbrica (Wireless Research Center) en la Universidad de California en Berkeley. El principal colaborador de Arbabian fue su esposa, Maryam Tabesh, quien entonces era también estudiante en el laboratorio de Niknejad y que ahora es ingeniera en Google. En 2012, Arbabian ingresó en la Universidad de Stanford e incorporó una cuarta persona al equipo, Mustafa Rangwala, quien entonces era un estudiante de postgrado y ahora está en una empresa que comercializa innovaciones tecnológicas relacionadas con el sector.
 
Después de un trabajo de desarrollo que resultó largo y arduo porque Arbabian quiso diseñar desde cero su sistema, a fin de optimizarlo al máximo para el abanico de aplicaciones al que va dirigido, sus diseños alcanzaron la madurez necesaria y la compañía internacional STMicroelectronics, conocida mundialmente por su labor en el campo de los semiconductores para todo tipo de aplicaciones electrónicas, ha fabricado 100 de estas radios-chip. Arbabian ha utilizado estos prototipos para probar que los dispositivos funcionan; pueden recibir señales, obtener energía de las señales de radio recibidas, así como ejecutar órdenes y retransmitir instrucciones.

Ahora Arbabian imagina redes de estos chips de radio desplegadas de tal modo que haya una radio más o menos a cada metro en una casa (deben estar cerca uno del otro ya que las señales de alta frecuencia no pueden viajar lejos).

Arbabian piensa que esta tecnología puede proporcionar la red de conectividad y control que se convierta en el tan buscado eslabón entre la internet global y los aparatos domésticos inteligentes, haciendo así posible la Internet de las Cosas.

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